4683-0702

Basualdo 780 Ciudad de Buenos Aires

Biografía de Don Manuel Domingo y Sol

Llamado por Pablo VI el “Santo apóstol de las vocaciones”
Nacimiento       1 de abril de 1836 en Tortosa, Tarragona, España
Fallecimiento   25 de enero de 1909 en Tortosa, Tarragona, España
Beatificación     29 de marzo de 1987, Ciudad del Vaticano por el Papa Juan Pablo II
Festividad          29 de enero en la Iglesia Universal adaptada al 02 de Junio, fecha de su ordenación sacerdotal, en Argentina, Brasil y Perú. 

Fundador de “la Hermandad de Sacerdotes Operarios Diocesanos del Corazón de Jesús”.

Manuel Domingo y Sol: fue un sacerdote diocesano español que quería entregar su vida y su corazón radicalmente en todos los campos de la gloria de Dios, misionero diocesano, acompaño a jóvenes y obreros, religiosas, en fin, no tenia otro deseo que estar presente donde hiciera falta y hubiera mayor necesidad. Así fue que, precisamente pensando y rezando las urgencias más gritantes de su época, Dios le inspiró fundar “la Hermandad de Sacerdotes Operarios Diocesanos”; una pequeña fraternidad de sacerdotes diocesanos unidos por el vinculo de la Caridad viviendo en fraternidad, equipos de vida y trabajo, para poder servir a los jóvenes y las vocaciones en diferentes países del mundo. 
Es también conocido como Don Manuel; “Don” se llama habitualmente a los sacerdotes en España o Mosén Sol, como los llaman en su tierra natal. Para nosotros es más familiar P. Manuel Domingo y Sol o Beato Manuel Domingo y Sol.

Fue beatificado por Juan Pablo II el 29 de marzo de 1987.

Biografía


Comienzos
Manuel Domingo y Sol nació en Tortosa (Tarragona - España) el día 1 de abril del año 1836. Su vida entera fue una pasión ardiente por el sacerdocio, y lo vivió con toda intensidad. Le atraían, a la vez, todas las facetas de la vocación sacerdotal: “una ilusión santa parecía querernos lanzar al mismo tiempo a todos los campos”, confesaba en cierta ocasión.
A la edad de 15 años ingresó en el seminario diocesano. Fue ordenado sacerdote en Tortosa el día 2 de junio de 1860 a la edad de 24 años. Celebró su primera Misa en Iglesia de S. Blas, el día 9 de junio de 1860. Su primer destino fue en La Aldea, un pequeño pueblito de Tortosa, el 7 de marzo de 1862 y un año más tarde se hace cargo de la parroquia de Santiago de Tortosa.
Durante los primeros 13 años de su sacerdocio, fue misionero diocesano, párroco, confesor de Religiosas –levantó tres conventos de religiosas de clausura- y profesor del Instituto de Tortosa. Se dedicó, sobre todo, al apostolado con la juventud. Construyó un Centro para jóvenes, y fundó la primera revista juvenil católica de España, El Congregante.
Pero nada de esto colmaba sus aspiraciones. Necesitaba un punto de apoyo definitivo para aunarlo todo, influir en todo, y recrear todo en la perspectiva del Reino de Dios. Dios respondió a sus deseos:
El Señor, sin merecerlo, sin advertirlo nosotros casi, sin pensarlo ni poderlo prever, descorrió la cortina, y le mostró un campo vastísimo, de resultados indudables, campo en el cual, y con una vida puramente sacerdotal, pudiéramos impulsar conjuntamente todos los intereses de su máxima gloria, que nuestra imaginación y nuestro celo pastoral pudiera soñar jamás.

La formación de los futuros sacerdotes

Un día del mes de febrero de 1873, Don Manuel se encontró con el seminarista Ramón Valero, pobre y humilde, que vivía de la limosna, comía de lo que le daban o del basurero de la ciudad, junto con otros seminaristas pobres estudiaban a luz de vela y dormían donde los agarraba la noche o donde por caridad les daban un colchón y un plato de sopa. El Seminario de Tortosa había sido destrozado por la Revolución del año 1868 en España, y los pocos seminaristas que aún quedaban vivían diseminados por la ciudad, con hambre y sin formación. Ramón Valero contó a don Manuel las estrecheces en que vivía, sin pan, sin luz para estudiar, sin acompañamiento de ningún tipo.

Don Manuel vio muy claro y para siempre: la clave de sus anhelos era dar pan y cariño, ilusión sacerdotal y formación adecuada a los futuros sacerdotes. Había encontrado la "perla preciosa" de la parábola, y vendió todas las cosas para comprarla. Desde entonces vivió convencido de que “la formación de los sacerdotes es lo que podríamos decir “la llave de la cosecha” en todos los campos de la gloria de Dios. Nosotros más que apóstoles parciales, hemos de ser moldeadores y formadores de apóstoles”, decía a sus operarios.

En el mes de septiembre de 1873 comenzó la tarea ingente de su vida con la humilde “Casa de San José”, donde reunió a 24 seminaristas pobres. Muy pronto hubo de adquirir una casa más amplia para los 98 jóvenes que tenía en el año 1876. El día 11 de abril de 1878 puso la primera piedra del nuevo “Colegio de San José para Vocaciones
Sacerdotales”, y lo inauguró el 11 de abril de 1879 con 300 jóvenes seminaristas pobres. Educaba y mantenía, además, gratuitamente a otros 100 seminaristas en el Palacio de San Rufo.

La fundación de la hermandad

Durante los primeros años de funcionamiento del Colegio de San José, D. Manuel fue madurando ideas y vio que los esfuerzos individuales no tenían garantía de continuidad a lo largo del tiempo: el hombre pasa y los problemas permanecen. Quería dar consistencia a su "Obra" e irradiar su actividad a otras diócesis. Así, el 29 de enero de 1883, después de celebrar la Santa Misa, recibió la inspiración de Dios, y “estuvo dos días meditando profundamente aquella percepción sobrenatural”. Vio con claridad la fundación de una Hermandad de Sacerdotes Operarios Diocesanos que, con acentuado espíritu de Reparación, se dedicaría a la formación de futuros sacerdotes. La Hermandad será aprobada por el Obispo de Tortosa el día 17 de mayo del año 1883. Con un puñado de sacerdotes buenos y entregados, don Manuel se sintió capaz de llevar a cabo su empresa.

Los colegios de San José

La situación de los Seminarios españoles, en esa época, era bastante precaria: “No es posible comprender cómo estaba la formación de los jóvenes en mi época, y algo anterior y bastante posteriormente, en estudios, en espiritualidad, acompañamiento personal, comunitario y también en ayudar a descubrir quien quería ser sacerdote porque descubría el llamado de Dios, desde los gritos del dolor y del amor en el mundo donando su vida gratuitamente, “vocación”, o porque querían garantizarse el estudio, una carrera o simplemente tener un plato de comida en la mesa”.

Don Manuel supo equilibrar positivamente el nivel vocacional de los jóvenes en todas las dimensiones de la formación sacerdotal: espiritual, humano afectivo, pastoral, intelectual y comunitaria de tal manera que resaltaba la formación dada en el Colegio de Vocaciones y comenzaron a llover sobre él peticiones de losObispos para que los Sacerdotes Operarios fueran a sus diócesis. El sello de don Manuel y los operarios estaba marcado en el estilo: cercano, humano, comprometido y familiar.

Así la Hermandad, hoy presente en 12 países y 3 continentes, fue asumiendo a lo largo de su historia infinidad de Seminarios Diocesanos en diferentes países a lo largo de todos estos años hasta hoy.
Actualmente estamos presentes en seminarios diocesanos en: Angola y el Congo en África; en Cáceres, Las Palmas y Plasencia en España; Evora en Portugal; en Santiago de Cuba, Cuba; Grand Terrace, California, EEUU; Colima, Lázaro Cárdenas y Linares en México; Caracas y Ciudad Bolívar en Venezuela; Jujuy, en Argentina; Palmas en Brasil y Huancayo en Perú, junto al Colegio Español de Roma fundado por Don Manuel donde sacerdotes, especialmente de España, realizan estudios superiores de Licenciatura y Doctorado y en los últimos años el Colegio Venezolano de Roma que tiene el mismo fin.
En Argentina, Venezuela, México, Washington, Salamanca y el Congo tenemos casa de formación para los futuros operarios en sus primeras etapas de discernimiento y acompañamiento y desde el 2008 en México funciona el Teologado común donde seminaristas operarios de los diferentes países realizan la última etapa formativa de cara al sacerdocio en Hermandad.

Además de los seminarios, y siempre fieles en la intención de seguir profundizando y respondiendo a los signos de los tiempos desde la inspiración de Dios en don Manuel, en cada momento de nuestra breve historia, la Hermandad fue asumiendo también otros ámbitos como:


Parroquias, que, sin descuidar lo propio de ellas, quiso siempre tener en cuenta la clave juvenil y vocacional de las mismas hoy presentes en casi todos los países donde esta la hermandad. 


C.O.Vs, Centros de Orientación Vocacional; espacios pensados para que los jóvenes desde la adolescencia hasta realizar una opción de vida puedan ser protagonistas de sus proyectos de vida viviéndolo y discerniéndolo en comunidades juveniles, con instancias de formación, de reflexión y misión.


IPVs, Institutos de pastoral vocacional desde donde operarios, religiosos y laicos trabajando juntos reflexionan, investigan y publican, a partir del fenómeno juvenil en las diferentes vocaciones y estados de vida.


Colegios en clave pastoral, en Tucumán y Buenos Aires en Argentina y en Salamanca y Valencia en España.
También tienen gran importancia en nuestro carisma los Centros de reparación eucarística en Tortosa y en México.
Otras obras no menos importantes son: El colegio Español de Múnich, hoy centrado en acoger laicos y sacerdotes que quieran realizar estudios de grado y pos grado en Alemania, la Revista Seminarios, la Editorial Sígueme y La Casa de la Biblia, estas últimas con sede en España.

Su legado espiritual

Tres palabras resumen los objetos principales de la Hermandad desde su inicio:

“Vocación”
“Juventud”
“Eucaristía”


La espiritualidad del Beato Manuel Domingo y Sol se cifra en el espíritu de Reparación al Corazón de Jesús, principalmente en la vivencia de la Eucaristía. Era un ardiente enamorado de la Eucaristía. Decía: “una de las cosas que nos avergonzarían en el cielo, si pudiese haber confusión, sería el pensar que le hemos tenido en la tierra, y no nos
absorbió toda la vida, todo nuestro corazón”. Legó a la Hermandad ese espíritu como uno de sus fines principales.
Este amor a Jesús en la Eucaristía, este espíritu de Reparación, es el manantial de su entrega para trabajar en la delicada y difícil misión de formar a los futuros sacerdotes. Escribe: “si descendiéramos al fondo, al manantial de los sentimientos de nuestra espiritualidad, tal vez encontraríamos lo que no habíamos reparado ni discurrido: que el origen de nuestro deseo por el bien y promoción de las vocaciones sacerdotales, de que Dios tenga muchos y buenos sacerdotes, ha sido nuestro instintivo amor a Jesús eucarístico”. Eucaristizar nuestra vida y nuestras obras será entonces uno de nuestros grandes anhelos y desafíos.

Este amor a Jesucristo en la Eucaristía le hacía arder en ansias de levantar Templos de Reparación. Pudo aceptar el Templo Nacional Expiatorio de San Felipe de Jesús, en México, el año 1889. Pero su ilusión era levantar uno en cada diócesis. El año 1903 pudo realizar el sueño de edificar el nuevo Templo de Reparación en Tortosa, donde en abril de 1926 se le erigió un mausoleo en el que descansan sus restos mortales.
Dice su última misa el 18 de enero de 1909. Muere el día 25 de enero de 1909, dejando a los 75 operarios que componían la Hermandad 10 colegios de vocaciones, 17 seminarios, 2 templos de reparación y el Colegio Español de Roma.

Es declarado venerable por el Papa Pablo VI, el 4 de mayo de 1970, con la denominación de "Santo Apóstol de las Vocaciones". El 29 de marzo de 1987 es beatificado por el Papa Juan Pablo II.
El 29 de enero de 2008, día de la fundación de la Hermandad y en que la Iglesia Universal recuerda a don Manuel, comenzaron los actos del I Centenario de su muerte con una Eucaristía en el Templo de Reparación de Tortosa, presidida por el Obispo de Tortosa y el Director General de la Hermandad, Rvdo. Padre Ángel Pérez Pueyo.

Finalmente, el día 22 de mayo de 2008, Solemnidad del Corpus Domini, la Hermandad recibió de su Santidad, el Papa Benedicto XVI el decreto de erección como “Asociación clerical, internacional y pública” Su idea original no encontró adecuado acomodo canónico durante la vida de Don Manuel. La Hermandad, en sus ya 129 años de andadura, ha ensayado diversas fórmulas anhelando siempre “ser sacerdotes, y nada más que sacerdotes, y santos; y trabajar cuanto podamos por la gloria de Dios, y, a ser posible, en unión de otros”.

En julio de 2008, durante el transcurso de la XXI Asamblea General de la Hermandad de Sacerdotes Operarios Diocesanos, fue elegido sucesor de don Manuel como Director General el Rvdo. D. Jesús Rico García.